Ensalada de carne

La parrillada es un plato argentino que combina todo tipo de carnes y achuras en una misma bandeja. En los papeles suena genial. Nunca falta el amigo entusiasta o el mozo simpático que insiste en pedirla. La tentación es grande: “probamos toda la carta”. La realidad es que hay pocos productos tan malos como la parrillada. Intenta dejar a todos contentos pero termina siendo una ensalada de carne; todo tiene el mismo gusto. Es una falta de respeto hacia el asado. Un sacrilegio. 

La maldición de la parrillada no queda limitada a sí misma. Es más contagiosa que un bostezo y se extiende a múltiples situaciones bajo el famoso: ¿y si le sumamos…?

Vivimos en una sociedad que siempre quiere más y trasladamos esa vorágine a nuestras creaciones. Agregamos 70 features para conseguir nuevos usuarios. Creamos 100 sabores de helados. Perdemos identidad rápidamente y nos convertimos en un Frankestein (o en una ensalada de carne).

¿La pregunta correcta es qué agregamos o qué mejoramos? 

La maldición del “¿y si le sumamos…?” incluso nos puede hacer perder clientes existentes. Al estar enfocados en sumar, corremos el riesgo de descuidar la propuesta de valor inicial. Nos olvidamos de lo importante que es el equilibrio y la consistencia de la calidad de lo entregado.

¿Nuestro producto es tan bueno como para invertir tiempo/dinero en agregarle cosas? ¿Conviene sumar productos o es preferible mejorar el existente? ¿Preferimos tener 100 sabores de helado medio pelo o 4 extraordinarios? ¿Estamos realmente atrayendo nuevos clientes? 

Este post nació en La Brasserie de L’Entrecôte, un restaurante fabuloso que tiene un solo plato: carne con fritas. No podés elegir nada que no sea eso. Todos los días, año tras año y en múltiples países a la vez, hacen un solo producto. La magia está en la consistencia. Lo único que te dejan elegir es si ir a comer ahí o no. 

¿Queremos que el usuario pueda elegir entre un menú extenso o que simplemente nos elija?

El día que tenga mi parrilla te voy a dar lo que quiera, en el punto que quiera y al ritmo que quiera. Tu única elección va a ser elegir venir a comer.

¡Éxitos y conquistas!

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